
Actualizado Jueves, 14 agosto 2025 – 02:14
España arde y el mundo también: entre fuegos vivimos y Gobierno y oposición veranean y sestean ante el desolador panorama. Ya llegará el invierno para todos. Y en otro fuego, en este caso el de Ucrania , la comunidad internacional se juega parte o todo de su futuro. Y, como previo a la reunión, llena de incertidumbre, que se celebrará mañana en Alaska entre Trump y Putin, Zelenski viajó este miércoles hasta Berlín para reunirse con el canciller alemán, Friedrich Merz , y por videoconferencia con el presidente de Estados Unidos y varios líderes europeos.
Trump pretende hacer que escucha a Europa; era casi obligado antes de escucharse a él mismo en la cita con el ruso. Pero el inquilino de la Casa Blanca lo tiene todo decidido. Y, o acepta Putin sus condiciones, o esta grave crisis geopolítica dará una vuelta de tuerca completa. Me atrevo a augurar que el inquilino del Kremlin, a su manera, cederá.
Naturalmente, lo hará de mala gana, como si no lo hiciese. Alcanzarán un acuerdo que en principio no lo parecerá, porque nadie quiere mostrar una Rusia débil. Pero habrá acuerdo. El final de la guerra abierta en Ucrania se acerca. Díganme de las cientos de propuestas del presidente estadounidense en variados temas en cuál no se ha salido con la suya en los meses que lleva de mandato. Es cabezón y contundente. Pero, en concreto, con Putin es ganador a priori . Porque ha dejado muy debilitado al mandatario ruso. Lo ha hecho en Siria y en Irán, le ha echado del Mediterráneo y sabe que en cuanto se lo proponga hará una maniobra en Ucrania para que sus tropas lleguen más allá de Kursk. Putin está en debilidad militar, económica y tecnológica respecto a Trump. China es un gigante eficaz, pero lento y perezoso. Esta no es su guerra. No es su momento.
La reunión de ayer buscaba complacer a Europa. Pero mañana viernes, en la hora de la verdad, en Alaska no estará Europa, sólo Putin y Trump.
¿Y España? Como nación es respetada y su posición estratégica en el Estrecho muy valorada, aunque nos hayan ninguneado allí nuestro poder. Otra cosa es su Gobierno. Desde el año 2004, España no es lo que era, ni militar ni políticamente. En lo militar perdimos todo nuestro prestigio con la retirada de Irak poniendo en peligro la vida de nuestros soldados aliados. Ahora, después de recuperar el prestigio con muchos sacrificios, la política del Gobierno nos ha hecho ser menos fiables que nunca. En materia de Defensa e Inteligencia nadie juega a los soldaditos. Aquí o cumples o te vas. Es nuestro caso.
España está desarmada, sin armas ni municiones, sin poder militar y diplomático, pero lo más grave: es una nación rota por sus opuestas ideologías entre las que destacan las de quienes quieren destruirla. Eso internacionalmente se valora mucho.
A España, desde el punto de vista de la estrategia militar o diplomática global, no se la tiene en cuenta. Sé de lo que hablo. En los foros internacionales nadie nos pregunta ni por nosotros se pregunta. Caminamos en dirección contraria al mundo occidental que conocemos y nuestros aliados ya no se sorprenden, sino que adoptan la mejor medida: el olvido. Lo pagaremos en lo económico.
Basta ver que España no estuvo representada ayer en la reunión con Trump. No cabe tomarlo como una ofensa, sino como algo inevitable, algo que nos hemos ganado a pulso. La Mareta no es el lugar idóneo en este momento en el que arden España y el mundo.
Se antoja el mejor escenario para dar paso a los acuerdos y al fin de una larga guerra. Y, como siempre, nos pillará fuera de nuestro sitio.
* Rafael Dávila Álvarez es general de División (R.) y escritor . Se puede acceder a su cuenta de X aquí .